DIGA 33… (precoz no he sido nunca)

En dos meses más cumplo 33 años. Tengo una amiga soltera (el estado civil es un detalle importante, porque las casadas y pa’ más remate con hijos, DA LO MISMO la edá que tengan) que tiene exactamente 1 año más que yo. Y yo la encuentro “más grande que yo”, así como “qué mala suerte la edá que cumple… qué alivio cumplir uno menos”… ya me imagino entonces lo tanto menores que se deben sentir mis sisters con respecto a mí… no es lo mismo tener 30 ó 31, hay que saer decirlo!!!
Bueno, todo este bla-bla sin patas ni caeza, sólo para decir que salvo por unos “pequeños” detalles (incipientes líneas de expresión, SÍ, INCIPIENTES!!!, que no sé por qué cuando me río les dá por marcarse más…; unas ojeras que no las disimula ni el mejor maquillaje tapa-ojeras del mercado; y una “turgencia”, producto de mis constantes cambios de peso durante 15 años, que ayudan a “imaginarse” cómo se siente (ve) una mamá treintona, con 3 críos paridos y no-modelo-de-metabolismo-lento), NI CAGANDO me identifico con la edad que tengo.

Para no tirarme tan a partir y porque de verdad me la creo, tengo que saber decir que así y todo, encuentro que una es más boni en la treintena que en la veintena… ¿qué será? ¿ imaginación desbordante? ¿gracia divina? ¿lavado de cerebro? ¿optimismo extremo? ¿hormonas en su punto? En fin… un misterio.

Pero a lo que iba… siempre he sido como desfasá. Cuando era bien broca cochi, no me salían nunca los dientes… te comí comida molida hasta terrible de grandota. Cuando a las cabras se le caían los dientes a mi, ni por si acaso… andaba tontiando con la llegada del ratoncito así bien pasaíta.
Butas, y qué decir del viejo pascuero… no les cuento el medio drama familiar que se armó cuando supe de la “traición”, luego de lograr la confesión de mi mami… y yo que tanto defendí su existencia hasta como los 9 años!!!
La última vez que fui “a los juegos”, salté en cama elástica… pobre cama!, casi me voy guarda abajo… ya estaba terrible de guailona como pa’ andar en esos trotes.
La ruler me llegó a los 14… a los 16 junté mi último álbum de laminitas (todo caso, ni tonta... del Mundial de Italia 90) mi primer beso lo di a los 18… a los 19 me creció la pata en un número, fumé pucho por primera vez a los 20… bueno, paremo con las intimidades… sólo un par de jugos más: sexo oral significaba hablar de sexo y la única película “porno” que yo había visto era “Bajos Instintos”.
Pero ya me fui en la volá, si no estoy escribiendo sobre las “inocencias” de antaño –perna style al cubo-, sino de lo atrasá, en general, que me andan pasando las cosas en la vida… con decirles que a los 31 me dio por carretear como una pendeja, de las de ahora eso sí... (custión que consta en el bló… lo que no aparece es que jamás en mi vida había sido tan re jugosa).
Es por eso que a nadieN (menos a mí) le debería extrañar que hasta ahora, no haya logrado estabilidad laboral y amorosa. Según la ley de la vida que me tocó, las custiones tardan, pero llegan.

Y llegó el año 2006. Hasta el día que me muera (si es que antes no se me borra la memoria como a mi güeli) me voy a acordar de este año. Es que ni siquiera puedo definirlo como un mal año. No fue. O fue un paréntesis. Fue tanto lo que (sentí que) nada pasó que terminó por definirse (lo que yo siento como) TODO. Fue volver al útero, pero esta vez en un cuerpo ansioso y una mente desesperadamente conciente de que no puede quedarse ahí para siempre: abrigada, dependiente, sola, vegetando… esperando un milagro… ni siquiera un milagro: sólo un indicio de que se puede volver a comenzar. De cero.

Es sólo que ya todo alrededor se vició. O al menos, así me parece. La ciudad, que no es ciudad, sino unas cuantas calles que recorres –o más bien manejas- de vez en cuando, ubicadas en no más de 4 ó 5 comunas; el clima, que la mayoría de las veces ignoras (aires artificiales hacen lo suyo para disimular las diferentes temperaturas); lugares, atestados de hombres y mujeres cuyas caras ya te parecen hasta conocidas, monótonas, iguales…; la noche y el día, convertidos en un híbrido, donde el sol y la luna no interfieren en la posición de tus párpados; las interacciones con el sexo opuesto –ley del mínimo empeño, mediante-, cada vez más alejadas de lo que alguna vez soñaste que entregarías y te entregarían; las oportunidades de trabajo, que no dejan de recordarte que la palabra oportunidad es sinónimo de más de lo mismo, que elegiste una carrera poco rentable y que pronunciar FUCK YOU, es más corto y mejor pagado que VÁ-YAN-SE TO-DOS A LA CON-CHA DE SU MA-DRE.

Rica la piscola y el pisco sour, rico el vino chileno, rica la empanada, ricos los asados, rico los buenos amigos que te invitan a su casa.
Bacán el 18 de septiembre y el resto de los fines de semana largos, la playa, pasar las pascuas y años nuevos con tu queridísima familia, compartir el fin de semana con ellos, las amigas de siempre, siempre excelentes, con tanto que contar y sin mucho que contarles o aportar.

Sólo me pregunto: si este año SIENTO QUE NO PASÓ NADA DE NADA, ¿cómo logré tener una fuerza de voluntad tan freakeada como para lograr, efectivamente, que (casi) NADA PASARA?

Y al no pasar nada, se hizo cada vez más evidente que sólo había alguien que dependía de mi 100%, desde hace 4 años: un gato. Acabo de cachar que no le quedaba otra… siempre vivió en departamento… de vuelta hace poco, a vivir en la casa de mis papás, mi gato es un mórbido asexuado y asustadizo ante la más mínima presencia de un ser vivo no humano, excitado con un suelo, una tierra, un jardín y unos bichos que sólo conocía en sus sueños de felino y esperando a que pasen los días para demostrar que es un gato como cualquier otro y que sólo se diferencia del resto en que estuvo condenado a vivir los primeros años de su vida encerrado junto a su dueña, la que finalmente terminó mimetizándose con él… sólo que ella también quiere partir, conocer… y vivir.

Aquí me siento cuidada, querida, protegida. Como se sentía mi gato. Es sólo que finalmente, soy una mujer como cualquier otra, llena de miedos e inseguridades, pero dispuesta a vivir –aunque sea desfasadamente, aunque me vaya a una edad, que es sinónimo de ser “muy grande para eso”, aunque deje comodidades, familia y tanta, tanta gente que quiero- y a aperrar de verdad, tal vez, por primera vez en mi vida.

Desde ayer tengo mi pasaje para Nueva Zelanda.


Fecha de regreso: who knows, aunque el discurso oficial es: 15 de marzo de 2008…
Compañera de viaje: una amiga (25).
¿Expectativas altas?: Para nada. Sólo las que pueda tener alguien que no tiene ABSOLUTAMENTE nada que perder.